Antonio Granell Fillol “La bestia humana”
Aunque esta obra ganó la segunda medalla en la Exposición Nacional de 1897 y fue admirada por su calidad técnica, no llegaron a concederle ningún premio económico por una cuestión «moral».
Ese mismo año Sorolla exponía también su obra «Trata de blancas», donde también hablaba de la prostitución pero de una forma más velada y edulcorada. Aparecen las jóvenes en un vagón de tercera (al estilo Daumier) agotadas junto a su “celestina”.
Fillol trata el tema de una manera más profunda y dura, mostrándonos una estancia fría, sin apenas decoración, un brasero destartalado, un hombre con un rostro impasible y sin redaños de clase alta que espera mientras se enciende un cigarro y una joven abatida, rota, llora desconsolada.
Estamos al momento previo a lo que posiblemente sea su inicio en el mundo de la prostitución.
No sabemos la razón, pero ella no parece haber elegido ese camino. Quizá ha sido forzada a acabar en esa habitación.
Y aquí entraríamos en la pregunta…¿Quién es la bestia humana?.
Podría ser la alcahueta que con un gesto desagradable y negativo apremia a la joven.
O incluso para la alcahueta y el hombre, la muchacha es como una bestia de granja que es usada para las necesidades de ellos.
Pero realmente, la “Bestia humana” es el cliente, el que paga este servicio sin darle importancia a lo que va a ocurrir y que no tiene ningún tipo de remordimientos ni arrepentimiento por lo que va a suceder, es más, parece que está molesto por las lágrimas de la joven.
Otro detalle interesante de esta obra, tan dura y polémica en su momento, es como Fillol juzga directamente a los culpables pintándoles el rostro. La cara de la pobre chica no aparece, tapada por sus manos, pero sí la de la alcahueta y el cliente. Ellos son los culpables de esta situación, ellos son los que deben de ser juzgados al observar este magnífico lienzo.
Según datos publicados en 2020, el 39% de la población masculina en España ha pagado en alguna ocasión por tener relaciones sexuales.
Esta obra es de 1897.Usemos el arte también para replantearnos y hacer conciencia social, porque los datos son alarmantes.
