Estoy leyendo un libro maravilloso llamado “Imágenes encantadas” de Alejandro García Avilés y os voy a contar un par de historias sobre el poder de las imágenes y acciones milagrosas de esculturas, que aparece en este libro de lectura obligada.
Antonio Rinaldeschi era un florentino que en 1501 estaba muy enfadado porque había tenido mala suerte jugando a los dados y había perdido buena parte de su fortuna. Malhumorado y ebrio (y con un demonio al hombro que le instiga a cometer tal acto) se dirigió al oratorio callejero de la Virgen de Santa María dei Ricci, cogió una boñiga del suelo y la lanzó contra una imagen de la Virgen, culpándola de su mala suerte.
Poco después, a pesar de que había huido al campo a sabiendas de su sacrilegio, Antonio fue capturado, llevado a juicio y condenado a una pena realmente exagerada para su acto: fue ahorcado hasta morir.
Al año siguiente, la historia fue llevada a la pintura por Filippo Dolciati con el propósito de que sirviera como ejemplo al resto de ciudadanos.
Pero no es el único ejemplo de un acto de este tipo.
En las cantigas de Alfonso X, en la 136, se narra cómo una mujer alemana, que también estaba jugando a los dados, esta vez con unos soldados delante de una iglesia, al perder, se enfada y lanza una piedra hacia una estatua de la Virgen y el Niño que había en la fachada de la iglesia. En la imagen vemos al diablo señalando a la Virgen y el Niño, diciendo que su mala fortuna ha sido culpa de ellos. Antes de que la piedra llegara a la estatua se produjo un milagro, la Virgen estiró el brazo y agarró la piedra parando el impacto.
Así que ya sabéis, no lancéis cosas a las estatuas e imágenes, no juguéis a los dados y sí juegas y pierdes, no culpes a ninguna deidad.

